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Cómo Aumentar mi autoestima
La autoestima se trata de la opinión que tenemos de nosotros mismos, de una apreciación subjetiva acerca de nuestra valía. Por tanto, entendemos autoestima como el concepto que tenemos de nuestro propio valor, basado en los sentimientos, pensamientos, sensaciones y experiencias que tenemos en relación con nosotros mismos.
Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se juntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos. El concepto que tenemos de nosotros mismos no es algo heredado, sino aprendido de nuestro alrededor, mediante la valoración que hacemos de nuestro comportamiento y de la asimilación e interiorización de la opinión de los demás respecto a nosotros. La importancia de la autoestima radica en que nos impulsa a actuar, a seguir adelante y nos motiva para perseguir nuestros objetivos.
1. SER CONSCIENTE DE LOS PENSAMIENTOS
Para mejorar tu autoestima, en primer lugar, debes ser consciente de cuáles son tus pensamientos tanto sobre ti mismo, como sobre los demás y sobre el mundo en general. Estos pensamientos o valoraciones que hacemos sobre nosotros mismos, sobre los demás o sobre lo que pasa suelen tener una connotación negativa o positiva según nuestro sistema de creencias. Dependerá de tus experiencias que has tenido a lo largo de tu vida, especialmente de tu infancia.
2. UTILIZA UN LENGUAJE PRECISO
No exageres ni embellezcas los rasgos negativos, limítate a los hechos. Por ejemplo, “no soy guapa para los demás” es un término inexacto. Habría que reformularlo como “a determinadas personas les resulto más atractiva y a otras menos, porque tengo rasgos muy bonitos y otros menos, depende de lo que se fijen”. La idea de “no sé hacer nada por mi cuenta” habría que reformularla como “suelo seguir las ideas de los demás.
3. DEJA DE AUTOCRITICARTE
Tenemos que ser realistas tanto con nuestras virtudes como con nuestros defectos. No somos perfectos, pero la intención no es serlo. El objetivo es ser feliz. Así que para lograrlo debemos aceptar las cosas que no hacemos tan bien y aprender de ello. Y por supuesto, no restarle importancia a las cosas que sabemos hacer bien, sino valorarlas como se merecen.
Vamos a observar y ser conscientes de lo bueno que tenemos, de lo bueno que somos, de lo bueno que hacemos. ¿Por qué seguir pensando que soy un desastre? ¿Realmente a dónde me ha llevado este tipo de razonamiento?
4. NO TE COMPARES
Cada persona es un mundo y tú eres el dueño del tuyo. Céntrate en ti. En tu vida. Envidiando e idealizando la vida del resto lo único que conseguiremos es sentirnos desgraciados. Todos tenemos algo bueno que aportar, y de nosotros depende encontrar el camino indicado. Si te comparas muy a menudo siempre encontrarás un fallo, y eso aumentará la decepción en tus expectativas.
5. LUCHA POR SER FELIZ
Vivimos sumidos en la cultura de la felicidad. Corrientes como la psicología positiva, libros de autoayuda como El secreto o frases populares como “al mal tiempo buena cara” se empeñan en recordarnos que deberíamos estar siempre alegres. Sin embargo, cuanto más te esfuerces por ser feliz, más infeliz terminarás siendo.
El motivo es que la felicidad es pasajera. Podemos estar muy contentos durante una etapa de nuestra vida, pero eso va a durar poco. Porque los seres humanos siempre terminamos adaptándonos a las nuevas circunstancias. Prueba de ello es el estudio que demostró que incluso algo tan soñado como ganar la lotería no supone ningún incremento de la felicidad a largo plazo.